Desde pequeño, y no obstante padecer de asma, Ernesto Guevara de la Serna tuvo predilección por la práctica del deporte, especialmente los que requieren de gran esfuerzo físico como el fútbol, el rugby y el ajedrez.
Fue con enorme derroche de voluntad que Ernesto se enfrentó a la limitación que podía ocasionarle la falta de aire, e incluso, motivo de preocupación en el seno familiar, pues se temía que pudiera acarrearle una complicación cardíaca.
Ernesto Guevara Lynch quiso convencer a su hijo para que desistiese de la práctica de esos deportes, pero su respuesta fue categórica:
"A veces mientras practicaba el rugby en Buenos Aires conseguía que un amigo corriese por la línea del terreno con su aparatico de asma y se lo entregara cuando él lo necesitara.
En los momentos que se sentía muy fatigado pedía permiso al juez y se daba unos cuantos bombazos con el inhalador y seguía jugando. Los médicos me habían dicho que este deporte era muy peligroso para Ernesto y yo traté de convencerlo, pero él con una convicción plena me contestó en forma muy categórica: Viejo, me gusta el rugby y aunque reviente lo voy a seguir practicando".
Durante su etapa de estudiante universitario Ernesto participa, en 1949, en las primeras Olimpiadas Universitarias celebradas en la ciudad argentina de Tucumán.
Años después, en México, comienza la práctica sistemática del ajedrez en los ratos libres después del entrenamiento militar que recibían él y el grupo de cubanos en un rancho, en la preparación de la expedición del yate Granma.
El General Alberto Bayo, un republicano español, era el instructor de la futura tropa y el contrincante de Ernesto en el ajedrez.
Después del triunfo de la Revolución en enero de 1959, el Che ocasionalmente volvió a jugar fútbol, aprendió el béisbol, participó con Fidel Castro en un torneo de pesca de la aguja "Ernest Hemingway", y se consagró más al ajedrez, por lo que se le considera un impulsor del juego-ciencia en Cuba.
Participó en competencias simultáneas y auspició torneos organizados en el Ministerio de Industrias, así como se enfrentó a relevantes ajedrecistas cubanos y extranjeros en los campeonatos internacionales "Capablanca in Memoriam", efectuados en La Habana.
El Maestro Internacional Eleazar Jiménez, quien fuera campeón nacional de ajedrez en la década del 60 en Cuba, lo recordó como ajedrecista:
"A veces uno lo veía compitiendo en los torneos de los centros de trabajo y en las simultáneas y pensaba que era uno más, que no conocía profundamente el juego ciencia. Pero nada más alejado de la realidad; era un jugador fuerte, que conocía mucha teoría y la aplicaba bastante bien en la práctica."
"Le gustaba mucho jugar rapid trans a cinco minutos y era frecuente que al concluir la sesión en un Capablanca se sentara con algún cubano o extranjero de calidad para efectuar este tipo de partida".
José Luis Barreras, quien fuera Comisionado Nacional de Ajedrez en esa época recuerda el tipo de partida que más cautivaba al Che:
"A él le gustaban las partidas de ataque, conocía a los jugadores de ese estilo y frente a esos tableros permanecía más tiempo. Al finalizar una partida del corte de las mencionadas, charlaba con ambos jugadores sobre diferentes facetas de la lucha sostenida."
"El Che prefería la lucha activa del juego posicional, pero siempre tenía una palabra intencionada para todos los jugadores, no importaba cuál fuera su estilo o características de juego."
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